Reseña de «¿Quién soy?»
(de Recuerdos de un poema, Ema Ligia Rivero Ucán)
Desde el primer verso —«¿Quién soy?, le pregunto a mi diario»— la autora instala una inquietud ontológica que se despliega en espiral. El diario, cómplice y espejo, es convocado a responder con ecos solares, silencios lunares y un naufragio de peces: imágenes que diluyen los límites entre vigilia y sueño para indagar la consistencia del yo .
El poema avanza mediante un encabalgamiento rítmico que apremia: cada “Respóndeme” refuerza la urgencia de existir cuando la palabra ajena —o el silencio— amenaza con devorar al sujeto. La tensión entre presencia y ausencia se cifra en la metáfora de la “séptima luna en descenso”, signo de ciclos que menguan sin extinguirse; así, la identidad se revela frágil, cambiante, pero obstinada.
La duda esencial de Rivero Ucán se inscribe, como apunta el prólogo del libro, en “una mirada pensativa sobre el insondable problema de ser” que hace íntimo lo filosófico, despojándolo de pesadez y acercándolo a la calidez de los diarios adolescentes . Este trasfondo explica la oscilación entre la luminosidad de los símbolos astrales y la amenaza abisal del silencio: escribir es tender un puente precario sobre el vacío.
Conviene recordar que Rivero Ucán —bacalarense nacida en 1977, laureada desde temprana edad y miembro del taller “Syan Ka’an”— ha forjado una obra donde la exploración identitaria y la memoria femenina se entrelazan con notable fineza . En «¿Quién soy?» la poeta sintetiza esa búsqueda en apenas doce versos: un tejido de imágenes que, como las fases lunares, revela que el yo sólo se confirma en la escritura y en la mirada que la escritura convoca.
En suma, este poema breve y pulsante ratifica la capacidad de Recuerdos de un poema para convertir la intimidad en materia universal. Al interrogarse —y al interpelarnos— sobre la existencia, Rivero Ucán demuestra que el acto de preguntar no persigue certezas finales, sino la vibración misma de la pregunta, ese latido que mantiene viva la poesía.
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